Llegint un llibre de Margaret Atwood (Interlunar, 1984) vaig tenir la sort de
trobar-me un dels mites que hem estudiat a classe: el del músic Orfeu i la
bella nimfa Eurídice.
Els següents poemes –que, per cert,
són extraordinaris- expliquen la catàbasis o descens als inferns d'Orfeu; gran
heroi i home d'una gran sensibilitat, diuen que la seva música desfeia les
pedres i seduïa les bèsties més salvatges. Amb l'ajuda de la seva lira va
aconseguir entendrir el cor gèlid d'Hades que regnava sobre totes les ànimes i
la seva estimada Eurídice, que havia mort per la mossegada letal d'una
serp. El poderós déu deixaria marxar Orfeu i
el seu amor amb una condició: Eurídice caminaria darrere d'Orfeu fins que
arribessin a la superfície de la Terra i, de cap de les maneres, ell no podria
girar-se per veure la dolça mirada de la jove.
El seu amor i enyor eren tan grans que
va haver de girar-se per contemplar la seva bellesa, però en aquell moment
Eurídice es va convertir en pols, en una simple ombra i Orfeu va haver de
tornar a la realitat sense la seva raó per viure.
P.S.: si voleu llegir l'original anglès (Orpheus 1 i Eurydice), cliqueu aquí)
ORFEO
Caminabas por delante,
tirando de mí hacia afuera
hacia la luz verde a la que una vez le habían
crecido colmillos y me había matado.
Era obediente, pero
estaba pasmada; como un brazo
dormido; la vuelta
al tiempo no era cosa mía.
Para entonces estaba acostumbrada al silencio.
Aunque algo se extendía entre nosotros
como un susurro, como una soga:
mi nombre de antes
dicho con precisión.
Llevabas tu antigua cuerda
contigo, podrías llamarla amor
y tu voz carnal
Ante tus ojos tenías clara
la imagen de lo que querías
hacer de mí: de nuevo viva.
Era tu esperanza lo que me hacía seguir.
Yo era tu alucinación, atenta
y floral, y tu me cantabas:
ya se estaba formando nueva piel en mí,
dentro del sudario luminoso entre brumas
de mi otro cuerpo; ya
había suciedad en mis manos y tenía sed.
Sólo pude ver la silueta
de tus hombros y tu cabeza,
negras contra la boca de la cueva,
no pude ver tu rostro
en absoluto, cuando te volviste
y me llamaste porque ya
me habías perdido. Lo último
que vi de ti fue un óvalo oscuro.
Aunque sabía cómo te iba a herir
este fracaso, tenía que
plegarme como una polilla gris y dejarte ir.
No podías creer que
yo era más que tu eco.
EURÍDICE
Está aquí, ha venido a buscarte.
Es la canción que te pide que vuelvas,
una canción de alegría y sufrimiento
a la vez: una promesa:
que las cosas serán distintas ahí arriba
de lo que fueron la última vez.
Deberías haberte marchado sin sentir nada,
vacío y silencio; la paz quieta
del más profundo mar, que es más fácil
que el ruido y la carne de la superficie.
Estás acostumbrada a estos pasillos pálidos y turbios,
estás acostumbrada al rey,
que pasa delante de ti sin hablar.
EL otro es diferente
y casi lo recuerdas.
Dice que canta para ti
porque te ama,
no como eres ahora,
tan fría y mínima: moviéndote y quieta,
como una cortina blanca que se hincha
a la deriva en una ventana entornada
junto a una silla en la que nadie se sienta.
Quiere que seas lo que él llama real.
Quiere que pares la luz
Quiere sentirse endurecer
como un tronco de árbol o un anca
y ver sangre en sus párpados
cuando los cierra y el sol golpea.
Este amor suyo no es algo que
resista si no estás allí;
lo que supiste de pronto cuando dejaste tu cuerpo
enfriándose y palideciendo en la hierba
fue que tú la amas en cualquier parte,
incluso en esta tierra sin memoria
incluso en este dominio del hambre.
Llevas el amor en tu mano, una semilla roja
que habías olvidado que guardabas.
Él ha venido casi demasiado lejos.
No puede creer sin ver,
y aquí está oscuro.
Vete, susurras,
pero quiere ser alimentado otra vez
por ti. Oh montón de gasas, pequeñas
vendas, puñado de aire
frío, no es a través de él
como conseguirás tu libertad.
Mariona Ferrer
1r batxillerat