Ahir va ser nit de teatre. L'obra triada, Sócrates, juicio y muerte de un ciudadano de Mario Gas i Alberto Iglesias, al Teatre Romea, dins el Festival Grec de Barcelona. Un espectacle esplèndid, d'emocions a flor de pell, d'una força contundent -com un cop de maça al cap- i d'una modernitat indiscutible durant hora i mitja que -ho he de confessar- se'm va fer curta, molt curta. La feina dels actors intensa però alhora mesurada, d'un nivell interpretatiu molt alt (Carles Canut, Pep Molina i Amparo Pamplona extraordinaris) i dominant l'escena, amb una presència que tot ho omple, un excepcional Josep Maria Pou, encarnant un Sòcrates creïble, proper, molt humà, fins i tot en els dubtes i en l'incertesa d'haver fet o no fet el que calia durant el judici de l'assemblea atenesa del qual fou trist protagonista. Coherent, digne i honest fins al darrer suspir, Sòcrates hauria de ser una valuosíssima referència per als nostres dies, per als nostres polítics -ai las!-, per a la nostra joventut, per a la nostra societat "del coneixement". Baixat el teló, pensava jo què diria avui Sòcrates del món que ens ha tocat viure, com ens interpel·laria, com l'hauríem tractat i què se n'hauria fet d'ell, i convençut, sobretot això, que es troben a faltar gegants del pensament com ell, lúcids i indomables, activistes d'una talla intel·lectual immensa al servei de la veritat, l'unic camí possible d'autoconeixement.
Mario Gas ens parla de Sòcrates amb aquestes encertadíssimes paraules...
"Sócrates no escribió jamás una sola palabra. Sin embargo, la filosofía griega se divide y se estudia, habitualmente, en dos partes: los presocráticos, y Sócrates y los grandes filósofos posteriores. Ahí es nada.
No cabe la menor duda de que Sócrates es una figura fundamental del pensamiento occidental. Su aura sigue proyectándose a través del tiempo hasta nuestros días. Su búsqueda de la verdad, su indagación, mediante el diálogo, sobre la moral, la honestidad, la justicia, el conocimiento del hombre -dando por supuesto que el inicio es siempre una pregunta que incide en el no conocimiento- lo convierten en un ser singular y, por supuesto, en un ser peligroso para cualquier tipo de hipocresía, ya sea individual, colectiva o incluso estatal y... democrática.
Es esa condición insobornable lo que le lleva -tras una larvada inquina incubada durante más de veinte años- a ser acusado por seres insidiosos cercanos al poder de perversor de la juventud y negador de los dioses oficiales. El resultado, avalado por parte de la ciudadanía, no puede ser más terrible e injusto: la ingesta de la cicuta que le producirá la muerte.
Esa joven democracia no digería la independencia, agudeza y ética de un hombre íntegro, valiente, irónico, coherente y enfrentado por su actitud a las oscuridades de un sistema llamado democrático dispuesto a devorar a sus más valiosos hijos. ¿Les suena a algo?
Todo lo que sabemos sobre este hombre, que decidió aceptar y asumir la sentencia, mostrando así su altura moral y su compromiso, se debe a los escritos de Platón, Jenofonte, Diógenes Laercio, Aristófanes (su gran enemigo) y otros; y como un río de caudal inagotable, se ha continuado escribiendo sobre él hasta nuestros días. Tal es el interés que sigue suscitando."
Mario Gas ens parla de Sòcrates amb aquestes encertadíssimes paraules...
"Sócrates no escribió jamás una sola palabra. Sin embargo, la filosofía griega se divide y se estudia, habitualmente, en dos partes: los presocráticos, y Sócrates y los grandes filósofos posteriores. Ahí es nada.
No cabe la menor duda de que Sócrates es una figura fundamental del pensamiento occidental. Su aura sigue proyectándose a través del tiempo hasta nuestros días. Su búsqueda de la verdad, su indagación, mediante el diálogo, sobre la moral, la honestidad, la justicia, el conocimiento del hombre -dando por supuesto que el inicio es siempre una pregunta que incide en el no conocimiento- lo convierten en un ser singular y, por supuesto, en un ser peligroso para cualquier tipo de hipocresía, ya sea individual, colectiva o incluso estatal y... democrática.
Es esa condición insobornable lo que le lleva -tras una larvada inquina incubada durante más de veinte años- a ser acusado por seres insidiosos cercanos al poder de perversor de la juventud y negador de los dioses oficiales. El resultado, avalado por parte de la ciudadanía, no puede ser más terrible e injusto: la ingesta de la cicuta que le producirá la muerte.
Esa joven democracia no digería la independencia, agudeza y ética de un hombre íntegro, valiente, irónico, coherente y enfrentado por su actitud a las oscuridades de un sistema llamado democrático dispuesto a devorar a sus más valiosos hijos. ¿Les suena a algo?
Todo lo que sabemos sobre este hombre, que decidió aceptar y asumir la sentencia, mostrando así su altura moral y su compromiso, se debe a los escritos de Platón, Jenofonte, Diógenes Laercio, Aristófanes (su gran enemigo) y otros; y como un río de caudal inagotable, se ha continuado escribiendo sobre él hasta nuestros días. Tal es el interés que sigue suscitando."
Fins diumenge, 2 d'agost, teniu encara l'oportunitat de gaudir-la. I tant de bo la reprogramin i pugui portar els alumnes a veure-la. Aquesta sí que és una lliçó magistral. Llarga vida al teatre!
Jordi